Los peques también deben cuidar su boca

Los expertos siempre recomendamos mantener un constante cuidado de salud bucodental entre los más pequeños. Y es que en niños y adolescentes el cuidado de la boca aún sigue siendo una asignatura pendiente.

No cabe duda de que el día a día en el cole puede afectar a la salud bucodental de los más pequeños y es recomendable que, aprovechando que todos en época escolar mantenemos unos horarios más ordenados, comencemos a fomentar en ellos un hábito de limpieza y cuidado.

En ocasiones, nos vemos obligados a que coman fuera de casa y es necesario acostumbrarles a llevar con ellos un kit de cepillado, así como a un tipo de alimentación que evite la aparición de caries (bocadillos, fruta, zumos naturales en lugar de la bollería industrial).

Pero no es sólo la caries su mayor enemigo: gingivitis, periodontitis y traumatismos dentales por deporte de contacto están entre las causas más habituales de tratamiento dentales infantojuveniles.

Es importante que los niños adquieran buenos hábitos en la higiene dental desde pequeños. Enseñarles cómo realizar la higiene de los dientes de manera correcta, conocer el uso del hilo dental o los beneficios del flúor, es una inversión en salud. Al principio necesitarán de la ayuda de un adulto pero, poco a poco irán adquiriendo independencia.

salud bucodental infantil

Uno de cada tres niños se cepilla los dientes menos de dos veces al día. Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos a cepillarse los dientes y conseguir que se convierta en un hábito diario. Gracias a una correcta higiene de los dientes, nuestros hijos tendrán una buena salud bucodental que evitará la aparición de complicaciones y enfermedades dentales en el futuro.

 Es buen momento para planificar las visitas de nuestros peques al odontólogo.

El color de la lengua indica tu estado de salud

La lengua en un estado normal tiende a ser rojiza sonrosada, no está ni muy seca ni excesivamente húmeda, mantiene una movilidad normal, tiene unos puntitos más evidentes en la parte posterior que corresponden a las papilas gustativas y puede estar cubierta por una película a modo de capa fina y blanquecina constituida por saliva, producciones bacterianas y algo de restos de alimentos. Esta capa desaparecerá con un simple cepillado normal que incluya una limpieza de nuestra lengua.

Cuando percibamos que nos ha cambiado el color de la lengua deberemos recordar si hemos ingerido algún alimento que haya podido provocar ese cambio de pigmentación o, en su caso, algún medicamento como antibióticos ya que éstos cambian la flora bacteriana que hay en nuestra boca y pueden dotar a la lengua, por ejemplo, de un color amarillento.

Pero sin que haya agentes externos por el color de la lengua y por algunas otras alteraciones podemos detectar qué patología tiene o puede estar incubando una persona:

 

julio

-        Si la lengua es blanca lo más probable es que se deba a una gastritis agua o subaguda. Tenerla lengua blanca, en la mayoría de los casos suele deberse a una falta de higiene que provoca un incremento de la flora bacteriana. Pero es cierto que a veces puede ser la consecuencia de problemas estomacales o incluso de otras complicaciones más serias que hay que tratar con un especialista. También pueden reflejar deshidratación

-        Si la lengua se pone amarilla hay que pensar en un problema biliar: que hay reflujo al estómago o bien que el hígado está dañado provocando ictericia- aunque previo a percibirla a través de la lengua se habrá detectado por las mucosas, principalmente en nuestros ojos.

-        La lengua roja y especialmente brillante habitualmente reflejan una infección, generalmente en los niños, con frecuencia provocada por infecciones de faringe y amígdalas.

-        Las lenguas geográficas, llenas de surcos y grietas,  evidencian una patología provocada por exceso de ácido gástrico o por enfermedad por reflujo.

-        Una lengua muy marrón puede ser sintomática de patología en el colón.

-        Una lengua muy pálida puede orientarnos hacia problemas de anemia.

De ahí que cuando acudas a tu revisión bucal con el especialista… ¡no te olvides de sacar la lengua!

Pautas para un correcto cepillado

Cada día nos cepillamos los dientes, pero…¿lo hacemos bien? Vamos a comprobarlo.

Lo primero que debemos recordar es que, como mínimo, hay que cepillarse los dientes dos veces al día, a ser posible tres, aunque es preferible hacerlo después de cada comida. Si, por el motivo que fuera, no pudiéramos hacerlo con esa frecuencia, el momento del día preferible es la noche, antes de irnos a la cama, para que, de esa manera, podamos controlar nuestra placa.

En cada cepillado debemos invertir una media de 3 minutos ya que si lo hacemos en menos tiempo no dejamos que la pasta actúe sobre los agentes bacterianos de nuestra cavidad bucal.

Es recomendable utilizar un cepillo de dientes de cerdas blandas que esté en buen estado y limpio. Conviene reemplazarlo cada tres meses o incluso antes si fuera necesario.

Colocar un poco de pasta, preferiblemente con flúor,  sobre el cepillo. Habrá que tener cuidado de no utilizar excesiva cantidad de pasta para que no se produzca mucha cantidad de espuma.

Para evitar olvidos conviene dividir los dientes en dos grupos -superiores e inferiores- y seguir siempre la misma secuencia: primero, cepillar la parte superior -caras exteriores e interiores-, después limpiar la parte inferior,  zona oclusal y lengua.

Los movimientos durante el cepillado deberán ser siempre suaves y sin ejercer presión sobre los dientes. Deberemos colocar el cepillo pegado a la cara del diente que queramos cepillar. Se colocan las fibras del cepillo oblicuas apoyadas con un ángulo de 45 grados  al borde gingival del diente y desde ahí movimiento de vaivén hacia la izquierda y derecha para eliminar los restos de comida, es decir la placa bacteriana que se haya depositado en el borde del diente. Desde ahí realizaremos un movimiento vertical corto hacia abajo, desprendiendo el cepillo desde donde está la encía hasta el extremo del diente.

El proceso de limpieza debe ser de forma vertical, de arriba hacia abajo, con el cepillo de forma perpendicular a los dientes y desplazándolo desde las encías a la parte inferior; de esa manera, evitaremos que el cepillo de dientes introduzca el sarro a las encías, lo que a la larga puede provocar una infección.

No hay que olvidar cepillar todas las caras de los dientes, tanto exterior como interior. Para ello, es aconsejable seguir siempre el mismo patrón: desde fuera hacia dentro dividiendo la boca en cuatro cuadrantes

cepillado

Para limpiar las caras interiores repetimos los mismos movimientos cortos desde la encía hacia la parte exterior del diente. Como la arcada inferior es más estrecha habrá que colocar el cepillo de forma vertical para que llegue a todos los dientes. El cepillo de forma horizontal lo podremos utilizar en la cara lateral de la arcada inferior.

Para limpiar la zona oclusal, con la que mordemos los alimentos, realizaremos movimientos cortos de vaivén en toda la superficie superior del diente de atrás hacia adelante.

Y, por último, cepillaremos la lengua para eliminar placa y restos de alimentos siguiendo el mismo movimiento de atrás hacia adelante.

¿Qué es el sarro y cómo acabar con él?

El sarro es la placa bacteriana de color amarillento compuesta de saliva y restos de alimentos que se acumula y endurece en el esmalte dental, junto a la encía.

El sarro por sí mismo no es agresivo, pero no conviene pasar por alto su acumulación ya que la limpieza dental lo que evita es que la placa dental se forme en el sarro y que termine provocando inflamación de las encías que mal tratada podría derivar en una gingivitis.

Según dónde se forme el sarro se pude clasificar de la siguiente  manera:

  • Supragingival (por encima de la línea de las encías): se trata del depósito visible amarillento o marrón que se forma en la superficie del diente.
  • Subgingival (por debajo de la línea de las encías): se trata del sarro que se forma en bolsas periodontales entre el diente y la encía. El sarro subgingival es mucho más peligroso porque favorece un crecimiento más rápido de la placa y porque muchas veces no se ve y no somos conscientes de tener un problema.

Aunque una mala o escasa higiene dental puede potenciarla, su aparición está más ligada a una alimentación excesivamente acidificante, rica en azúcares, alimentos refinados y grasas perjudiciales o al consumo de café, té negro y tabaco.

Para evitarlo se recomienda la ingesta de frutas y verduras preferiblemente crudas, especialmente manzanas, melones, Vitamina C de las espinacas, acelgas, lechuga, rúcula, etc. También se recomiendan endulzantes naturales y masticar sin tragar semillas de sésamo, para posteriormente cepillar con cepillos secos usando las semillas a modo de pasta dental.; se esta manera, se elimina sarro y se pulen los dientes.

Para evitar la aparición del sarro se aconseja una limpieza bucal completa que ayude a eliminar las bacterias en las zonas a las que no se llega con el cepillo combinada con una limpieza interdental.

  1. Emplea el tipo adecuado de cepillo y pasta dental. Para cepillarte los dientes y asegurarte de eliminar la mayor cantidad de sarro posible es importante que tengas las herramientas adecuadas. Si bien existen muchos tipos de cepillos dentales en el mercado puede bastar  con los que tengan de nylon, suave de cabeza redondeada y cerdas pulidas.
  2. Se recomienda cambiar de cepillo al cabo de tres meses ya que con el transcurso del tiempo ya no son tan efectivos.
  3. Emplea técnica correcta de cepillado. Al cepillarte los dientes mantén el cepillo a un ángulo de 45º de la línea de las encías y arrástralo fuera con movimientos verticales cortos de arriba abajo o circulares. Trata de no cepillarte demasiado fuerte ya que podrías dañar el esmalte.
  4. Recuerda cepillar la lengua. El sarro podría acumularse fácilmente en su parte superior debido a los restos de comida.

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El sarro se elimina mediante una limpieza dental realizada por un higienista dental o un dentista. Puesto que el sarro es una sustancia muy dura y fuertemente adherida al diente, hay que utilizar el instrumental adecuado para romper las piedras de sarro sin dañar el esmalte. Es relativamente sencillo eliminar los trozos más grandes de sarro que se encuentran por encima de la encía, pero eliminar completamente todos los restos y manchas que van quedando requiere práctica.

Eliminar el sarro que se encuentra por debajo de la encía es más complicado. En algunos casos será necesario realizar un curetaje dental que es un procedimiento por el que se profundiza mucho más en la limpieza

Qué consejos te damos para mantener unos dientes más blancos

Hoy queremos recordarte algunos pautas que te harán disfrutar de la primavera con una sonrisa espectacular:

 

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• Cepíllate los dientes después de cada comida al menos durante tres minutos, es el primer consejo importante a seguir para tener unos dientes blancos. También te recomendamos cepillártelos justo después de beber o de comer alimentos que tengan un color oscuro, para evitar que se impregnen en los dientes.
• Utiliza un blanqueador dental
• Consume alimentos que tengan una consistencia firme y que ayudan a limpiar la dentadura, como las manzanas, las zanahorias, etc.
• Haz gárgaras con vinagre de manzana por la mañana: esto ayuda a quitar las manchas, a blanquear los dientes, así como a eliminar bacterias.
• Evita el tabaco: fumar hace que los dientes se oscurezcan de forma gradual, por lo que tienes que evitar el tabaco para mantener los dientes más blancos.
• Ir al dentista una vez al año para hacer una revisión y solucionar los posibles problemas que hayan aparecido, y también para hacer limpiezas dentales anuales.
• Limpia la lengua usando un raspador cada mañana, y cambia el cepillo de dientes cada cierto tiempo, puesto que, con el tiempo, se van acumulando bacterias.
• Si alguna vez te has dado algún golpe en los dientes, pueden acabar afectando a los nervios y los vasos sanguíneos, y provocar así que los dientes se oscurezcan. Acude a tu especialista para que te lo revise.
• Hay medicamentos que también pueden provocar manchas en los dientes, consúltalo.
• Hazte un blanqueamiento en tu clínica dental de referencia. Ten en cuenta que, después de un blanqueamiento, puedes tener sensibilidad durante algunas horas.

 

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